No es un adiós, es un hasta pronto

Por: Pastora Dora Quirarte

Tuve el privilegio de recibir la invitación por parte de la pastora Luz Elena a leer su primer libro, titulado «Un nuevo amanecer»; lo leí y quedé fascinada por la manera en que ella describe el viaje hacia su restauración personal y familiar después de la pérdida de su hijo menor, Efraín.

Mientras me adentraba en cada capítulo pude darme cuenta que la pastora Luz logró transmitir todo el dolor, la soledad y el vacío que experimentaron como familia por la tragedia; pero también, de la unidad entre ellos y el apoyo que se daban uno a uno para disminuir el dolor, la angustia y la desesperación al no entender por qué había sucedido lo que había sucedido; la fortaleza que experimentaron por parte de Dios para salir adelante del duelo en el cual estaban sumidos; el amor de Dios reflejado por las tantas ayudas que recibieron de vecinos, amigos, familia, hermanos en Cristo, etc., quienes estuvieron al pendiente de ellos mientras vivían las horas más oscuras del duelo, y la maravillosa presencia del Espíritu Santo que los acompañó a cada paso del camino hasta sanar sus corazones completamente.

Todas esas muestras de amor me hicieron recordar lo que viví con mi familia cuando falleció mi mamá. Te cuento: A mi madre se le había reventado una úlcera y murió mientras era trasladada al hospital en una ambulancia. ¡Fue devastador! Me sentí pérdida. Era todo lo bueno que tenía en esta vida y ya no estaba en esta tierra. Nunca imaginé que ese momento llegaría cuando yo aún era pequeña. Me di cuenta que la vida es muy frágil tanto que en un abrir y cerrar de ojos te arrebata lo más apreciado y amado, tus padres. Pero, en esos momentos difíciles, hubo tantas muestras de aprecio, de cariño y de amor para mí y mi familia. Recuerdo una, en especial, de un pastor de una ciudad en México llamada Monterrey, en el estado de Nuevo León, que meses después de la partida de mi mamá a la presencia de Dios, me envió una carta que finalizaba con la siguiente cita: «Dorita, sé que no es fácil por lo que estás pasando, pero ruego al Altísimo que esta palabra de Habacuc 3:17-19 se haga realidad en tu vida». Hasta el día de hoy, querido lector, conservo en mi memoria estas palabras que incluso mi esposo le puso música

«Un nuevo amanecer» no solo me hizo conocer cómo Dios fue quien les ayudó a superar la muerte de su hijo Efraín y cómo Él puso en sus corazones un agradecimiento que solo podía venir del Altísimo, sino a la importancia de recordar a su hijo, a llevarlo en su corazón siempre y a vivir con la esperanza de que un día glorioso, cuando papá Dios los llame a su presencia, vuelvan a reunirse con su pequeño. Y así es lo mismo conmigo. Recuerdo a mi madre y la llevó siempre en mi corazón y espero aquel día cuando Dios me llame a su presencia y también me reúna con ella.

Querido lector, así como el libro «Un nuevo amanecer» me ayudó a recordar lo que Dios hizo a través de lo que muchas personas hicieron por nosotros en la etapa de duelo en mi vida y mi familia, es mi deseo invitarte a que siempre estemos dispuestos a ayudar a los que estén pasando por el dolor de una pérdida de un ser querido. Acerquémonos y ofrezcámonos a apoyarlos en lo que necesiten; incluso, con el simple hecho de darles un abrazo en silencio, podremos inyectarles deseos de seguir adelante, de continuar viviendo, aunque ya no estén las personas que fueron especiales, importantes y significativas en sus vidas. Recordémosles lo que dice Filipenses 4:13: «todo lo puedo en Cristo que me fortalece». 

Dora Quirarte, pastora 

Programa Tiempo de Alegría

¿Dios creó el Coronavirus?

Por: Luis Bernardo Gómez

Quisiera invitarte a que meditemos en una pregunta que ha inquietado a muchas personas en este tiempo de pandemia, y es:

¿Dios creó al COVID-19? 

Déjame decirte anticipadamente que mi respuesta personal es SÍ. Permíteme explicar el por qué.

Primero. Dice Apocalipsis 4:11b: «…porque tú creaste todas las cosas y por tu voluntad existen».

Segundo. Los científicos han descubierto que en la naturaleza —lo que es la creación de Dios como la conocemos los hijos de Dios—, hay por lo menos cinco mil virus y bacterias diferentes en la tierra, en los animales y en los vegetales; y, aunque hay un debate muy grande entre los científicos si estos virus o bacterias son seres vivos o no, en lo que sí concuerdan es que los virus son parte esencial de lo vivo. Es decir, que son benéficos, sirven para la preservación de la vida e incluso para su evolución global.

Por supuesto que en el pensamiento general existe un gran dilema en si estos virus o bacterias son benéficos o maléficos para la vida humana. Por ejemplo: para muchos, hablar de virus y bacterias es hablar de enfermedad y muerte; y puedes estarte preguntando en este momento: ¿por qué, si Apocalipsis dice que Él creó todas las cosas y por Su voluntad existen, este virus puede ser mortal para el ser humano? Y, seguramente, te está costando trabajo concebir la idea de pensar que Dios pudo haber sido el Creador de dichos virus o bacterias. 

Déjame comentarte algo que puede ayudarnos a entender cómo algo tan benéfico para la vida —como los virus y bacterias—, pueden llegar a ser dañinos e incluso mortales: 

1. Por manipulación. Es decir, que un científico toma un virus de la naturaleza, lo trae al laboratorio, lo combina con otros organismos y lo convierte en mortal. Incluso se ha sabido de personas que usan estos virus para infectar a toda una población. 

2. La segunda razón por la que un virus o bacteria puede llegar a ser mortal para el ser humano es por mutación. Eso quiere decir que el ser humano comienza a convivir con ciertos animales o vegetales, incluso los hace parte de su dieta y entonces el virus que está en ese alimento, en ese animal o en ese vegetal brinca al ser humano y, puesto que Dios no lo diseñó para convivir con ese organismo, entonces el ser humano se ve perjudicado por ese virus o bacteria. 

En un ejemplo burdo, esto es como un toro. Atraviésesele usted a un toro y, aunque el toro no es malo, lo va a atacar por su naturaleza. 

Dios creó los virus y bacterias, pero no los hizo malos, allí están para el equilibrio de la naturaleza; pero, si nosotros nos ponemos enfrente y no tomamos las precauciones de limpiar y desinfectar lo que nos comemos, entonces nos va a perjudicar. Y lo mismo pasa con el ser humano, Dios nos hizo para bendición, y en muchas ocasiones por nuestro pecado terminamos siendo de maldición.

Te invito a glorificar a Dios con nuestras vidas y no lo estemos culpando por algo que Él hizo bueno y que nosotros lo hemos convertido en malo. 

Dios te bendiga. 

El corazón generoso

Basado en 2o de Reyes 4:8-10

Por: Pastora Dora Quirarte

Dice la palabra de Dios que el profeta Eliseo pasaba por Sunem y había allí una mujer importante —en otras palabras: acomodada, prominente, mujer influyente adinerada en su comunidad—, la cual le invitaba insistentemente a que comiese; y cuando él pasaba por allí, venía a la casa de ella a comer. Esta mujer tenía dos cualidades que quisiera resaltar:

  • DISCERNIMIENTO. Dice el segundo libro de Reyes 4:9: «Y ella dijo a su marido: He aquí ahora, yo entiendo que éste que siempre pasa por nuestra casa, es varón santo de Dios». Esto que ella vio en el profeta Eliseo solo Dios pudo habérselo revelado.
  • GENEROSIDAD. En 2o de Reyes 4:10, dice: «Yo te ruego que hagamos un pequeño aposento de paredes, y pongamos allí cama, mesa, silla, y candelero, para que cuando él viniere a nosotros, se quede en él». Es sorprendente que su generosidad fue más allá de simplemente un “invitarle a comer”; hizo que se le construyera un aposento para que el profeta Eliseo se quedara allí cuando pasaba por la ciudad.

La generosidad de la sunamita fue bien vista por Dios a través del profeta Eliseo, al punto que la Biblia, en 2o de Reyes 4:12,14-17, nos relata un suceso sorprendente que deseo transcribir a continuación: 

12«Entonces [Eliseo] dijo a Giezi su criado: Llama a esta sunamita. Y cuando la llamó, vino ella delante de él. 14Y él dijo: ¿Qué, pues, haremos por ella? Y Giezi respondió: He aquí que ella no tiene hijo, y su marido es viejo. 15Dijo entonces: Llámala. Y él la llamó, y ella se paró a la puerta. 16Y él le dijo: El año que viene, por este tiempo, abrazarás un hijo. Y ella dijo: No, señor mío, varón de Dios, no hagas burla de tu sierva. 17Mas la mujer concibió, y dio a luz un hijo el año siguiente, en el tiempo que Eliseo le había dicho.»

El corazón generoso de esta mujer estaba siendo premiada por el único que es incapaz de romper una promesa, Dios. En Hebreos 6:10, nos dice una de las muchas cualidades de Dios: «Porque Dios no es injusto para olvidar vuestra obra y el trabajo de amor que habéis mostrado hacia su nombre, habiendo servido a los santos y sirviéndoles aún.»

Cuántos de nosotros tenemos que aprender de la sunamita y la forma de tratar al varón de Dios, dándole siempre ese respeto y honra que  la llevaron a ser recompensada con su más grande anhelo: un hijo.

Recuerdo que en 1992 mi esposo y yo vivíamos en la ciudad de Piedras Negras, Coahuila, en México, y en la Iglesia a la que asistíamos llegaban muchos misioneros, evangelistas y pastores, y nosotros siempre nos ofrecíamos para hospedarlos, pues lo considerábamos, y aún lo consideramos, un honor y un privilegio. En ese entonces abrazamos el pasaje de Hebreos 13:2 como nuestro lema: «No os olvidéis de la hospitalidad, porque por ella algunos, sin saberlo, hospedaron ángeles».

Nunca se me olvida que mi esposo les pedía a estos hombres de Dios, antes de que se fueran a dormir, su traje y sus zapatos. La gran mayoría lo hacían sin preguntar, pero había otros que la curiosidad le ganaba y le preguntaban la razón, a lo que mi esposo les respondía: -«Quiero planchar su traje y bolear sus zapatos».

Amado lector, la generosidad debe ser una cualidad que impere en nuestras vidas. La sunamita deseó honrar al varón de Dios sin esperar nada a cambio; y, sin embargo, Dios la bendijo de una forma sobrenatural. Tarde que temprano Dios nos recompensará como lo hizo con esta mujer de Sunem.Me despido con el pasaje de la primera carta a los Tesalonicenses 5:24, que dice: «FIEL ES EL QUE OS LLAMA, EL CUAL TAMBIÉN LO HARÁ»

Jael, la heroína

Jueces 4:1-21

Por: Pastora Dora Quirarte

Dice la palabra de Dios que cuando muere Josué, el pueblo de Israel comenzó a adorar a ídolos al igual que la gente de Canaán. Tal fue la desobediencia de los israelitas que Jehová dejó que el rey cananeo, Jabín, les causara problemas.

Entonces el pueblo de Israel le suplicó a Jehová que los ayudará y Jehová les dio un nuevo líder llamado Barac. 

Débora envió a llamar a Barac y le dijo:- «¿No te ha mandado Jehová Dios de Israel, diciendo: Ve, junta a tu gente en el monte de Tabor, y toma contigo diez mil hombres de la tribu de Neftalí y de la tribu de Zabulón; y yo atraeré hacia ti al arroyo de Cisón a Sísara, capitán del ejército de Jabín, con sus carros y su ejército, y lo entregaré en tus manos?»

Barac entonces le respondió a Débora: – «Si tú fueres conmigo, yo iré; pero si no fueres conmigo, no iré.» A lo que Débora le dijo: – «iré contigo, pero tienes que saber que tu no matarás a Sísara. Jehová a dicho que una mujer lo matara».

Y Jehová quebrantó a Sísara, a todos sus carros y a todo su ejército a filo de espada delante de Barac; y Sísara descendió del carro y huyó a pie hasta llegar a la tienda de Jael, mujer de Heber Ceneo; y saliendo Jael a recibir a Sísara, le dijo: – «Ven, señor mío, ven a mí, no tengas temor». Y él vino a ella a la tienda, y ella le cubrió con una manta.

Sísara entonces le dijo: – «Te ruego que me des de beber un poco de agua, pues tengo sed». Y ella abrió un odre de leche y le dio de beber y le volvió a cubrir. Y Sísara agregó: – «Estate a la puerta de la tienda; y si alguien viniere, y te preguntare, diciendo: hay aquí alguno? tú le responderás que no»

Sin embargo, Jael tomó una estaca de la tienda, y poniendo un mazo en su mano, se le acercó calladamente y le metió la estaca por las sienes, y la enclavó en la tierra…; y así murió. 

¿Por qué te escribo esto, querido lector? Porque considero que hoy Dios le está hablando a las mujeres que en un determinado momento se han sentido menos o que han pensado que nada bueno saldrá de ellas o que están por allí arrinconadas en su casa diciendo: – «Hasta aquí llegué»; y les dice: – «“¡NO! ¡NO! y ¡NO!” “LEVÁNTATE, RESPLANDECE, porque ha venido tu Luz, y la GLORIA de Jehová ha nacido sobre ti”».

Podría decirse que Jael era un ama de casa, sin ningún tipo de poder ni reconocimiento; y, sin embargo, a Jehová le plació usarla para matar a este hombre llamado Sísara, poderoso en su tiempo.

Así es que mujer, usa lo que tienes: dones, habilidades, talentos, etcétera; Jael usó las suyas — moraba en tiendas así es que estaba acostumbrada a hundir estaca de tienda en el suelo con un martillo—, y se convirtió en la heroína que salvó a Israel de las tropas del rey de Canaán. 

MUJER, despierta y vístete de tu poder y conviértete en una HEROÍNA.

‘PERO YO Y MI CASA SERVIREMOS A JEHOVA’

(Josué 25:15a)

Por: Pastora Dora Quirarte

Estaba leyendo unas estadísticas que me parecieron muy importante compartirlas en esta ocasión con ustedes:

  • Hay un alza alarmante de mujeres solteras a causa de hombres irresponsables que les cuesta fajarse bien sus pantalones y hacer su papel de padres.
  • El 90 por ciento de los hijos que huyen de su casa carecieron de la figura paterna.
  • Un 85 por ciento de los jóvenes que están actualmente en prisión crecieron sin la figura paterna.
  • Hay un 70 por ciento de criminalidad juvenil donde el padre estuvo ausente.
  • El 63 por ciento de los jóvenes suicidas o deprimidos tuvieron padres ausentes.

Y yo me pregunto: ¿dónde están esos hombres que cumplen promesas? ¿que hablen verdad? ¿que tomen a su esposa e hijos y digan: PERO YO Y MI CASA SERVIREMOS A JEHOVÁ?. 

En Génesis 6 hay una historia de un hombre llamado Noé que Dios lo llamó a construir un arca y le dijo: «he aquí que yo traigo un diluvio de agua sobre la tierra para destruir toda carne». Nadie creyó a Noé, PERO aunque un pueblo NO le creyó, alguién si escuchó el llamado al arrepentimiento, al llamado de juicio de Dios: su familia —su esposa, sus hijos y sus nueras—. Al principio, Jehová solo hablaba con Noé, pero al final Jehová terminó hablando con sus hijos (Génesis 9:8-9)

En este tiempo se necesitan de muchos Noé que se levanten por sus hijos y les instruyan en el camino de Dios. Y no solo eso, sino que también les enseñen a tener una relación personal con Él y que sepan escuchar su voz.

En esta época que estamos viviendo se necesitan hombres que teman a Jehová y en sus mandamientos se deleiten en gran manera y digan:  «PERO YO Y MI CASA SERVIREMOS A JEHOVÁ».

El amor de Dios

Por: Pastora Dora Quirarte

Hay cuatro palabras griegas que definen el amor de diferente manera y son:

    1.- Philia o Fileo (del griego φιλíα). Es el afecto por la familia, por los padres, los hermanos, los hijos y los nietos. 

    2.- Storge (en griego στοργή, storgē) Es el afecto natural como el amor de un padre hacia sus hijos y viceversa. Es una forma de amor que busca el compromiso y se desarrolla de forma lenta, basada en el cariño, interés común o amistad. —Wikipedia—

    3.- Eros (en griego antiguo Ἔρως) Es para expresar amor sexual a los sentimientos de excitación que comparten individuos que se sienten físicamente atraídos el uno al otro. El amor Eros, en muchos casos, tiende a no ser a largo plazo.

    4.- Ágape (en griego: ἀγάπη) Es el amor incondicional en que la persona tiene en cuenta solo el bien del ser amado.

    Este último tipo de amor (Ágape) se compara con el amor de DIOS porque se da sin esperar nada a cambio. 

Juan 3:16 dice: «Porque de tal manera amó DIOS al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna».

    DIOS lo dio todo en esa cruz por amor a ti, por a mí, por amor a nosotros; para darnos salvación y vida eterna.

    ¿Qué te quiero decir con esto? Que el amor de DIOS rebasa al amor Fileo, al amor Storge, al amor Eros y aún al amor Ágape, porque no ha habido nadie que iguale o supere el amor de DIOS hacia la humanidad a través des hijo Jesucristo. Su sacrificio no ha sido en vano y sigue transformando vidas, perdonando pecados, limpiando corazones y dando salvación y vida eterna.  Hoy Jesús está tocando la puerta de tu corazón; ¿quieres aceptar a Cristo? Haz esta oración:  – «Jesús, perdona mis pecados. Reconozco que he pecado y hecho lo malo delante de ti. Te recibo en mi corazón como mi único y suficiente salvador. ¡Amén!»