Estaba el otro día en el emblemático parque nacional de Yosemite admirando las maravillas de la creación.
Las montañas de un parque agobiado por la sequía y los intensos incendios descansaban en el azul intenso del lago Teenaya y cuyos pinos impregnados en la inmensa roca le daban al lugar una postal de ensueño.
Mientras deleitaba mi vista pude notar a una adolescente leyendo vorazmente un libro y me pareció que ella representaba el cuadro perfecto del recuerdo que me llevo.
Como un joven amante de las letras, pude disfrutar de esa postal que me pareció conveniente preguntarle si podía posar para la imagen que adorna estas líneas.
El ver a esa joven disfrutar de la lectura me llevó a reflexionar acerca de cómo las letras han sido, son y seguirán siendo la fuente de todo conocimiento. Es claro está, la palabra la primera que se emite, pero como bien dicen, a esta se las lleva el viento; sin embargo, lo escrito es eterno; es decir, perdura para siempre.
Por eso, querido lector, te invito a que hagas una pausa en tu ajetreada agenda y te regales de la dicha de una buena vista, acompañada de tu bebida favorita y de las letras que perduran para siempre.
Para servir: Moisés Gómez