El proceso de los hijos de Dios

Por: Aridait Candanoza.-

Todo hijo de Dios, tarde o temprano, tiene que ser procesado. En la Biblia se registran «los procesos» a los que fueron sometidos Abraham, Jacob, José, Moisés, David y otros, con el fin de que estuvieran preparados para cumplir con la tarea que se les encomendó.

De ellos podemos aprender porque, indudablemente, ninguno de nosotros escapará de ser procesado por Dios.

Quizás el ejemplo más práctico de quien podemos aprender es el de Job. Él fue sometido al proceso cuando Dios aceptó el reto de Satanás para poner a prueba su integridad. Su proceso se puede resumir en las palabras que el mismo declaró:

«Clamo a ti, y no me oyes; me presento, y no me atiendes. Te has vuelto cruel para mí; con el poder de tu mano me persigues. Me alzaste sobre el viento, me hiciste cabalgar en él, y disolviste mi sustancia.»(Job 30:20-22)

Observe que lo que le pasó a Job, nos pasa a nosotros.

Mientras estamos en «el proceso», la sensación que se tiene es de que Dios:

1) No nos escucha.

2) Que está en contra nuestra.

3) Que nos persigue.

Lo cierto es que nada de lo anterior es verdad, excepto lo último, ya que Él si nos persigue y nos acorrala, pero no para destruirnos, sino para transformarnos; y lo hace con el fin de que le conozcamos más y que seamos capacitados para poder obedecerle, así como para entender Sus planes que Él tiene para nosotros.

Siempre que nos mete a un proceso es para «disolver nuestra sustancia»; o dicho de otro modo, lo que busca es desarraigar de nosotros lo que nos impide alcanzar el siguiente nivel al cual nos quiere llevar el Señor.

En todo proceso Dios trata con el carácter para llevarnos a la madurez. Él no busca en nosotros motivar las emociones, ya que la motivación, aunque útil, es temporal y lo emocional no dura. Sin embargo, con un carácter maduro se tiene la capacidad de reaccionar correctamente ante cualquier circunstancia que nos rodee.

Los procesos de Dios:

a) Nos trae promoción,

b) Nos coloca en una plataforma, a partir de la cual somos catapultados a un nivel de mayor autoridad,

c) Nuestra promoción trae juicio en contra del enemigo, y

d) Nos lleva a la puerta de la herencia que el Padre tiene preparadas para nosotros.

Así que amados hermanos, ¡que no nos asusten las crisis! Son para forjarnos y prepararnos para algo mejor que nos espera. ¿Estamos dispuestos a pasar por el proceso de Dios?∞

-Publicado en octubre 2015-

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