Por: RGO.-
Si te preguntas ¿cómo leer y estudiar la Biblia? la respuesta es diversa. La manera en que tú y yo la aprendimos seguramente entra en esa diversidad. Tu servidor recuerda cómo se la enseñaron:
1 Volumen
2 Campos: Antiguo y Nuevo Testamento
10 Secciones: [AT]Pentateuco, Historia, Poesía, Profecía Mayor, Profecía Menor, [NT]Evangelios, Historia, Epístolas Paulinas, Epístolas Pastorales y Profecía.
También, mediante ejercicios numéricos grupales:
45 Libros, 21 Epístolas = 66(Hay que memorizarlos: De corrido, al revés, intercalados, etc.)
Las Epístolas no son LIBROS, sino CARTAS; así que evitemos, al citarlos o citarlas, no confundir los UNOS con las OTRAS; tomando muy en cuenta que estas, las CARTAS, tienen sus respectivos escritores inspirados divinamente y no se las atribuímos a los recipientes. Por ejemplo, Corintios es: «Primera y Segunda “a los” en lugar “de los”». Los cristianos de allí no escribieron; fue el apóstol Pablo quien les remitió ambas Cartas.
La Biblia cuenta con:
1,351 Capítulos (La división parrafal, si se desea incluír
puede contarse en la Biblia y anteceder su cantidad a la de los capítulos)
31,173 versículos
773,692 palabras
3,586,489 letras
5, 12, 5, 5, 12, 4, 1, 13, 8, 1.
Aparte, y que a la vez es muy importante, hay que anunciar varias veces el pasaje bíblico alusivo o básico que se va a leer, a fin de que todos escuchen en lugar de preguntar —con mayor razón si va a ser al unísono o alternadamente (no altercadamente)—; a excepción de proyectarlo en la pantalla y solo cuidar que no lleve errores ortográficos. Puede ser selecta o coral.
Hasta aquí, amado lector, es posible haber ofendido tu acerco de conocimiento con algo al parecer elemental y por lo mismo objetable. Pero, así de simple que se te haga, es una verdad cardinal desde el punto de vista de la teología bíblica respecto a que el Culto de Adoración a Dios debe ser fundamentalmente solemne-festivo, tanto en su liturgia como en su ritual, y ello quedar diáfanamente manifiesto en todo el desarrollo del programa cúltico.
Volvamos, entonces, a nuestro silabario o cartilla bíblica. Desempolvémosla, recordémosla y apliquémosla por su valor intrínseco vigente que la caracteriza; muy al contrario de baladí o pueril como algunos lo consideran neciamente.∞