Por: Aridait Candanoza.-
Las culturas occidentales en general son muy poco cuidadosas en su forma de hablar y de comunicarse. En nuestra educación no se forma un sentido de responsabilidad por lo que decimos.
Lo cierto es que si llegamos a entender que todo lo que Dios creó lo hizo usando únicamente Sus palabras, entonces podremos vislumbrar la importancia que éstas tienen en el orden del funcionamiento de todo lo que existe.
Y es que las palabras no sólo transmiten conceptos o ideas, sino que además establecen ambientes de luz o de tinieblas, dependiendo de qué fuente vengan.
Las palabras también transmiten entidades espirituales. Sólo póngase a pensar lo que le provoca a una persona el recibir palabras de amenaza o la declaración de una enfermedad mortal; o si lo prefiere, observe cómo cuando las palabras de un padre son necias, literalmente pueden inutilizar a sus hijos para toda la vida.
Vea cómo la gente se enamora, se pelea, se compromete, rompe relaciones, se quita la vida… y todo, por lo que oye. Esta es la prueba de que lo que sale no son solo verbos y oraciones, sino luz o tinieblas.
En toda la Biblia podemos encontrar ejemplos donde el hablar fue determinante para dar vida o para dar muerte. Observe que cuando Dios confrontó a Adán, no le dijo: -«¿Por qué comiste del árbol prohibido?». Sino que le dijo: -«Por cuanto obedeciste a la voz de tu mujer, y comiste del árbol que te mandé diciendo: “No comerás de él”; maldita será la tierra por tu causa».(Génesis 3:17)
Si observamos fijamente, el problema no fue la mujer en sí, sino el hecho de haber dado oído a una voz incorrecta.
Así que, el origen de toda la miseria humana que hoy existe, tuvo que ver con las palabras. Palabras que tuvieron como fuente a las tinieblas.
Con tanta razón, la Escritura nos advierte diciendo: «Del fruto de la boca del hombre se llenará su vientre; se saciará del producto de sus labios. La muerte y la vida están en el poder de la lengua, y el que la ama comerá de sus frutos».(Proverbios 18:21)
¿Ya observó? Si las palabras pue-den dar fruto es porque en ellas obra un poder, que puede ser de vida o de muerte. Jesús dijo: «las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida».(Juan 6:63)
Por otro lado, Jesucristo advirtió que de toda palabra ociosa que hablemos daremos cuenta.(Mateo 12:36-37) ¿Ahora entendemos por qué debemos ser responsables de cada palabra que salga de nuestra boca?
Por eso es bueno tomar en cuenta las palabras del sabio y filósofo Renato —o René Descartes— cuando dijo: «pienso, luego existo», dando a entender que debemos de pensar las cosas antes de hablar, ya que una sola palabra es suficiente para causar la muerte o el dolor de toda una vida.∞