Por: Pastora Dora Quirarte
Jonás fue un profeta en la Biblia hebrea del reino norte de Israel del siglo VIII a.C.
Este personaje es la figura central del libro que lleva su mismo nombre, donde se relata cómo Jehová lo llama a advertirle a los habitantes de Israel de la ira divina.
Jonás era contemporáneo de Oseas y Amós; y todos vivían en Israel. En el primer versículo del libro de Jonás se dice que era hijo de Amitai.
Este profeta también se menciona en el segundo libro de Reyes 14:25 donde habla acerca del reinado de Jeroboam II, rey de Israel, quien restauró los límites de Israel desde la entrada de Hamat hasta el Mar de Arabá, conforme a la palabra de Jehová Dios de Israel dicha por su siervo Jonás hijo de Amitai, profeta que fue de Gat-hefer.
Siendo que Jonás vivió durante el reinado de Jeroboam, es posible que haya vivido cerca del año 788 a.C.; y queda comprobado por 2 de Reyes 14:25 que la historia de Jonás es verdadera.
El relato del libro de Jonás nos habla acerca de la ciudad de Nínive, capital de Asiria, ubicada a 900 kilómetros al este de Israel, la cual estaba en esa época en rebelión con Dios. Los asirios eran conocidos por su maldad: violaban a sus mujeres, torturaban a sus hijos de manera horrible, etcétera. Cuentan los libros históricos que los asirios eran tan crueles que escribían en los muros con la sangre de sus víctimas.
Sin embargo, Jehová fue misericordioso con ellos y los perdonó.
Lo más interesante de esta historia fue que Dios escogió al menos indicado para realizar Su obra de misericordia y perdón: a Jonás.
Y ¿por qué digo que escogió al menos indicado? Porque Jonás estaba enojado de que Dios perdonara al pueblo de Nínive —ya que los asirios eran enemigos de Judá e Israel y Jonás quería que Jehová trajera juicio sobre estas personas que él odiaba—.
Los eruditos creen que el conocimiento de Jonás sobre la brutalidad asiria pudiese haber sido producto de su propia experiencia; quizá porque conocía de alguien que hubiese muerto durante una de sus incursiones infames —como un miembro familiar— y se tornó algo personal.
Por ejemplo, Jonathan Swift escribió algunos versos que expresan esta forma de pensar de Jonás: «“Somos los pocos de Dios, todos los demás serán condenados”; “No hay lugar en el cielo para tí”; “No podemos atiborrar el cielo”».
Jonás fue conocido por sus actividades proféticas y su participación tan importante en la redención de Israel. Pero, sobre todo por ser el que menos encajaba en tan importante misión redentora.
No por nada la historia de este profeta fue mencionada por Jesús cuando le pidieron una señal del cielo. Y es que el incidente en la vida de Jonás fue símbolo de la propia muerte y resurrección de Jesucristo (Vea: Mateo 12:39-41 y Lucas 11:29-30). Es decir, fue un símbolo de Cristo por el hecho de que se encontró en el vientre del gran pez —en el seol, según sus propias palabras (Jonás 2:2)—, tal como Jesucristo estuvo en la tumba durante tres días, y después resucitó.
Los eruditos C. F Keil y F. Delitzsch, demostraron que el significado simbólico de la historia de Jonás es más amplio todavía: «La misión de Jonás fue un hecho de importancia simbólica que tuvo el propósito no solamente de hacer comprender a Israel la posición de los gentiles en el reino de Dios, sino también se representa el día en que los paganos que obedecieron la palabra de Dios se unieran en fraternidad para gozar de la salvación preparada en Israel para todas las naciones».
Jonás valientemente proclamó que Jehová era el único Dios de toda la creación y era un Dios misericordioso.
Jonás nos dio a conocer que Dios puede usar al menos indicado para ser un instrumento de redención, misericordia y perdón ante la rebeldía humana.
¿Alguna vez te has sentido como el menos indicado?
En una de las tantas anécdotas e ilustraciones escritas por D.L. Moody, dice: «Dios quiere que brillemos no todos podemos ser faros, pero cualquiera de nosotros puede ser una velita de sebo. Una lamparita a veces puede hacer mucho… Que no te haga creer Satanás que porque no puedes hacer grandes cosas, no puedes hacer nada».
Dios es capaz de usar hasta el menos indicado y el día menos esperado te sorprenderá. ¡NOS SORPRENDERÁ!.
Mientras escribo estas líneas pienso en todos los errores que he cometido en mi vida, pero Dios no ha dejado de guiarme. A veces veo a Dios como el GPS de mi automóvil, que cuando hacemos un giro equivocado, recalcula la ruta para poder llegar a nuestro destino.
Es mi deseo, querido lector, que el mensaje de Jonás, aunque escrito y pensado para el pueblo de Nínive, le cautive para saber que Dios usa y elige lo que el mundo considera ridículo.
Recuerde que el propósito de Dios para usted y para mí es más grande que nuestras fallas.
DEJÉMONOS usar por Dios aunque nos consideremos los menos indicados.